De 'influencer' a 'referencer'
La elegancia digital
En un mundo donde el mal se hace presente de forma continua, toca remar a contracorriente y promover una actitud más 'amorizante' y de respeto hacia el otro
La elegancia consiste en saber elegir. El error está en asociar este concepto únicamente a la estética y olvidarnos de la ética. Ya lo decía José Ortega y Gasset, «elegancia debía ser el nombre que diéramos a lo que torpemente llamamos ... ética, ya que es ésta el arte de elegir la mejor conducta».
Esto es algo que me cuestiono siempre al ver las innumerables listas lanzadas por diferentes medios de comunicación para determinar qué personas son las más elegantes. Hay elecciones que me llegan a sorprender mucho. De ahí la importancia de esclarecer los criterios que las rigen.
El comportamiento es fundamental para determinar el nivel de distinción y excelencia personal. Si no, pensemos en lo poco atractivo que nos resulta alguien guapo y bien vestido que, sin embargo, actúa con malas formas. Los valores nos atraen porque sacan a relucir lo mejor del ser humano, pero aún así, lo importante no es que nos aprendamos la teoría de memoria, sino que la llevemos a la práctica. Es experimentando en primera persona la satisfacción que se siente cuando uno se mueve en la onda de vibración de los valores cuando les damos un sitio preferencial en nuestro estilo de vida.
Y en esto, precisamente, consiste humanizar las redes sociales. En el compromiso de enfocar nuestra actividad digital hacia estos puntos de referencia valiosos. En una sociedad tan polarizada como la nuestra es más necesario que nunca enfocar nuestra mirada en aquello que nos une y practicar una actitud más conciliadora, especialmente, en las redes sociales donde tanto odio se percibe. La verdadera libertad no consiste en hacer lo que nos plazca, sino en elegir aquello que nos hace mejores y que suma de manera positiva al bien común. Recurrir al derecho a la libertad de expresión para justificar los ataques que hacen los 'trolls' y los 'haters' desde el cobarde anonimato, el uso chabacano del lenguaje o la publicación de imágenes vulgares es una bajeza que rompe con la armonía del ecosistema virtual. Esta es la gran miseria de la que es capaz el ser humano. Por eso, en un mundo donde el mal se hace presente de forma continua, toca remar a contracorriente y promover una actitud más 'amorizante' y de respeto hacia el otro.
Si de valores hablamos, en esta era de la Inteligencia Artificial, en la que abunda tanta manipulación y las 'fake news', es importante defender lo auténtico y lo coherente que es, en definitiva, la semilla de la credibilidad, un ingrediente esencial para ejercer un liderazgo sano y una influencia responsable. Asimismo, ahora que tanta importancia se le da a la 'operación Biquini', el 'body sculping' y el 'antiaging' es el momento de practicar también la mirada humanista, que es la que nos revela que la elegancia no consiste en tener un físico perfecto.

«Debemos enfocar nuestra actividad digital hacia los valores»
María de León Castillejo
Consultora de comunicación
La película 'Poor Things', por la que Emma Stone ganó el Oscar a la mejor actriz, es un gran tratado de antropología. Yo he llegado a verla varias veces para digerir bien toda la surrealista, a la vez que inteligente, visión sobre la vida que nos presenta su director, el griego Giórgos Lánthimos. Bella Baxter, la protagonista, da a entender cómo el sentido de la ética es acercarnos a la belleza y, para ello, es importante reflexionar sobre el uso que hacemos de las facultades que nos distinguen de los animales (inteligencia, voluntad y libertad).
Cada cual tiene la oportunidad de escribir su propia historia y del arte de elegir bien dependerá la elegancia de nuestra biografía y de nuestra huella digital.
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